Nuestra Revolución de Mayo

“Mirá si arrancamos ganando los tres seguidos…” susurró un hincha al pasar mientras contemplaba uno de los últimos entrenamientos de la pretemporada. Esa frase, construida con deseo y un toque inconsciente de prudencia, también era la que brotaba de los jugadores que esperaban ansiosos el debut para poder canalizar todo eso que experimentaron desde su llegada al club.

Y esa frase terminó siendo la más acertada. Porque el sureño no sólo ganó los tres primeros juegos en su casa con autoridad sino que también, dentro de ellos, se llevó el primer clásico del año con una verdadera goleada. Veinticinco puntos de distancia ante el celeste y otros tantos sobre los dos santafesinos que siguieron bastaron para renovar la ilusión de toda su gente.

Pero Parque también fue un equipo ganador jugando en tierras ajenas. A excepción de su primer viaje a Carcarañá y de la visita al siempre duro Central Entrerriano, el equipo del Puerto Viejo logró traerse valiosísimas victorias desde cuatro de las seis localidades a donde viajó, conservando así el primer puesto de la Conferencia Litoral durante toda la primera ronda.

La segunda mitad de la temporada regular comenzó de la manera menos esperada: las tres derrotas al hilo como visitante -incluida la revancha en el clásico local- y la remontada de los demás rivales de conferencia hicieron valer aún más el invicto como local que el sureño se encargó de mantener con uñas y dientes hasta el final del torneo.

Este poderío forjado en casa -de doce partidos consecutivos sin perder- llevó a mejorar sus presentaciones fuera de ella debido a la necesidad de no separarse de los puestos de vanguardia que le darían el pase a los PlayOffs. Aunque en Rosario no se pudo concretar por un simple, la victoria como visitante retornó en Córdoba y la clasificación a Cuartos de Final fue, al fin y al cabo, toda una realidad.

El último sprint fue aún más duro que todo lo que había pasado ya que los últimos dos rivales a enfrentar fueron los que conformaban junto a él las primeras tres posiciones de la conferencia. Luego de vencer justificadamente a Regatas y a Atlético Tala en el Gigante del Sur -y de estirar su invicto como local a 14 juegos en fila- el equipo sureño debió visitar a su eterno rival para dirimir, nada más y nada menos, que el número uno del grupo y la futura localía.

El trámite de este choque crucial fue como el de todo clásico y el resultado final favoreció  nuevamente al local. Pero pese a que la derrota dejó un sabor de onda tristeza, Parque Sur siempre supo que el gran objetivo seguía estando intacto en el horizonte. El futuro más cercano mostró a Facundo de La Rioja como el próximo rival a vencer y en él comenzó a enfocarse.

La serie ante el mejor reclasificado de la región norte comenzó en el Puerto Viejo, templo donde el sureño volvió a marcar la diferencia en puntos y también en juego. Con los dos primeros chicos en el bolsillo viajó más de 1.000 kilómetros para escribir una nueva hoja de su historia, la que completó con un gran cuarto juego cerrando el pleito con un claro 3 a 1. Así superó lo realizado en la temporada anterior, la inicial en la tercera categoría del básquetbol nacional.

La semifinal fue el Clásico y esta vez dio revancha. A través de altísimos rendimientos el sureño logró quedarse con el primer juego afuera y retornó a su estadio con la chance intacta de cerrar nuevamente la serie en su cancha. Luego de que el celeste intentara torcer la historia fuera de la cancha, los de Richard hablaron dentro de ella y lo eliminaron sobriamente en los dos partidos siguientes, clasificándose de manera histórica a la Final del TFB. Ahora sí, que pase el que sigue.

El siguiente fue Salta Básket, combinado provincial que ostentaba la ¿ventaja? de la localía. Hasta allí entonces viajó un centenar de hinchas sureños para traerse el triunfo en el primero de la serie y así intentar repetir la historia en el infranqueable Gigante, en donde Parque no había caído en toda la temporada. Esa sí era una ventaja. Y una vez más el Sureño fue imbatible. Los 20 puntos que lo diferenció de su contrincante en el tercer choque marcó a fuego las diferentes realidades entre ambos. El cuarto, vigésimo partido consecutivo sin caídas, formó parte de una noche que nunca se la podrá olvidar. La ansiedad de sus hinchas, que llenaron las tribunas desde horas antes del comienzo del partido, también se reflejó en el equipo, que falló en algunas definiciones en las que normalmente no solía fallar.

Pero todo lo hecho en un año no iba a tirarse por la borda por un par de lanzamientos fallidos. Un robo del Oso, una nueva indicación de jugada del Agus, una tapa de Ariel, algún topetazo extra de Sebastián, un doble con falta incluída de Gastón, otro rebote aéreo de Facu, un triple tardío pero efectivo de Gabi, el revoleo de toallas de los juveniles en la banca, y más de un abrazo en medio del aliento ensordecedor de la gente dieron por ganada la batalla final.

Y así, tal como lo había comenzado, luchando cada pelota, pensando cada pase y cada retroceso, con una confianza ciega en sus virtudes y un amor infranqueable a la camiseta que defendieron, Parque ganó el Ascenso. Porque el Ascenso… el Ascenso se gana!.

(Esta nota y las fotos que la acompañan son autoría de Martín Monzón. En ese momento, jefe de prensa del club. Le agradecemos por cedernos el material y ponerse a disposición, como siempre que lo requerimos). 

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En este enlace dejamos la revista del ascenso que realizó Martín Monzón en aquel momento.

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Marcelo Sgalia, prensa del club.